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domingo, 24 de febrero de 2013

La irresistible provocación de Arturo Fernández CEOE


   
  Con nada menos que –durante el Poder de la mayoría absoluta de la Derecha, a menudo acusada de QUERER ACABAR CON TODO-  todo un ex-presidente de la CEOE, Díaz Ferrán,  bajo la acusación de muy graves delitos entre rejas arrojado, el ahora vicepresidente de la organización patronal, Arturo Fernández, como si fuera el desigual cómico de homónimo nombre, ha propalado una baladronada del todo punto intolerable: “¿Que debo a la Seguridad Social? Pues sí, a mucha honra, como muchos españoles”.
    Precisó luego que su grupo empresarial, que emplea a 2000 trabajadores, atraviesa dificultades, sí, pero que a pesar de ello ninguno de sus trabajadores o proveedores han dejado de cobrar. Que esos aplazamientos son legales y que están así 800.000 empresas españolas. Aún si fuera esto último cierto, no es esa la realidad que las pequeñas empresas en carne propia viven a diario, a las que el mínimo retraso en los pagos acarrea un durísimo gravamen, y las que sólo conocen trabas y obstáculos de toda suerte.
    No debe ser nada fácil, en contra de lo que la vox pópuli parece creer, dirigir una empresa de dos mil trabajadores, ingeniárselas para conseguir una carga de trabajo continuada para plantilla de esa dimensión, ni tiene por qué ser el empresario, como los políticos profesionales, un prestidigitador de la Palabra, pero bajo ningún concepto puede el vicepresidente de la Patronal precisamente vanagloriarse de sus deudas a la Seguridad Social. Debería también este Arturo con nitidez rectificar.
     Esa frase desgraciada, en el actual contexto de paro y de estrecheces crecientes para muchos, es una afrenta indigna en un responsable público. Y últimamente la verdad es que los Señorones de la CEOE –partes de la Casta subvencionada también-, cuya relación con los verdaderos creadores de riqueza a menudo parece una mera coincidencia, andan sobrados de cósmicas estupideces.  Algo más que eso: constituyen verdaderas provocaciones.  



LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS (Resumen de la obra en post del 27-1-2013 y 1-2-2013)
154 pgs, formato de 210x150 mm, cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)


sábado, 8 de diciembre de 2012

El Día de Díaz Ferrán


    
      El día de la semana pasada en el que estalló en las portadas de la canallesca el “caso Díaz Ferrán”, algo extraño, como una derivada infinitesimal del mismo, aconteció también en Mío blog.  Una completa insignificancia para el general, de acuerdo, excepto para el chusquero fracasati que aquí se exprime. Sucedió que, al observar la información que como autor del mismo me proporciona Blogger acerca de las entradas más visitadas en el día… resultó que una mayoría de las obtenidas en la jornada lo habían sido hacia un remoto post mío (“Díaz Ferrán, Max Weber y la CEOE”, del 8-2-12 –perdón, pero no sé aún hacer un enlace que directamente envíe al mismo) más que enterrado ya por tanto en los oscuros confines del cementerio ciberesférico del blog.
    
    Puede que alguien entre las piadosas gentes que frecuentan esta covacha en la lista de etiquetas de abajo lo hubiera picoteado, desde luego, pero es  improbable que lo hicieran en la medida allí señalada, sin siquiera dejarme un comentario al respecto. Como gasta ya uno –con su libro y todo a cuestas- ciertas ínfulas no sé si inevitables, di entonces en elucubrar la conspiranoica maquinación de que unos cuantos bien pagados articulistas, que tenían más que “fichadas” mis “creaciones”, bajaban hasta aquí para abrevar en mis ocurrencias y, tomando la nuez de las mismas, -no la cáscara, rebuscada y artificiosa donde las haya, vale- transcribirlas y cobrarlas a su nombre. ¿Podría ser, no? El número de visitas ahí estaban.   
     
     En un primer momento, yo confieso, lector, me llenó el caso de una extraña vanidad. Copiad, copiad, malditos. Pero enseguida comprendí que esa boba jactancia era de una estupidez perfecta. ¡Joder, en ese caso estaríanse aprovechando esos rufianes de mis desvelos! Se llenó entonces, lector, de una muy amarga hiel mi ánimo, que sólo era capaz de enhebrar penosas disquisiciones, las propias de la más acerba pesadumbre. ¿Para qué entonces esforzarse ya en nada? ¿Para qué malbaratar entonces tanto tiempo? Para qué tantas ínfulas, para qué.





LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
154 pgs, formato de 210x150 mm, cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)

miércoles, 8 de febrero de 2012

Díaz-Ferrán, la CEOE y Max Weber


      
    Contemplar a todo un ex –presidente de la CEOE imputado por un juez de la Audiencia Nacional, nada menos que por motivo de una apropiación indebida valorada en 4,4 millones de euros provenientes de los clientes del grupo Marsáns resulta bochornoso, no menos bochornoso por andar ya todos curados de todos los imaginables espantos. El que la organización empresarial haya guardado un espectacular silencio alrededor del caso reviste si cabe aún mayor gravedad. Nada desvirtúa más la figura del emprendedor anónimo que el ver envueltos a sus supuestos representantes ante la sociedad en turbios y delictivos negocios.
      
   Toda la putrefacción del Sistema presente, consecuencia de una maraña de legislaciones intervencionistas y contrapuestas que hacen imposible que se centren la Justicia y la Administración en lo esencial, que sería la salvaguarda del sentido común y la elemental rectitud en la vida de las empresas, se revela en la detestable moda de los EMPRESARIOS EXPERTOS EN QUIEBRAS, verdadero contrasentido al espíritu creador de oportunidades y riqueza.
     No, el sistema de la iniciativa individual no lo representan los mastodontes agiotistas de la CEOE, partícipes del Sistema y de sus enjuagues,  sino el pequeño empresario sin nombre, el tendero del barrio, el que dirige de la mañana a la noche una empresa de treinta, de cuarenta, de cincuenta trabajadores. No es preciso escalar el Everest, ni darle la vuelta al mundo o adentrarse en una jungla vietnamita. Quien quiera procurarse emociones fuertes, quien quiera arrostrar aventuras penosas sin fin, el que quiera de verdad medir su coraje, cree y mantenga, si es capaz, una empresa así.
        
   A los díazferranes de la CEOE, esos merchanes de altos vuelos, remitámosles a Max Weber, revolucionario de verdad hoy. Que lo lean, aunque sea antes de con este papel –un decir- limpiarse las posaderas:
   “Una ola de desconfianza, odio e indignación moral envolvió a menudo a los primeros emprendedores, leyendas negras incluidas. Sin embargo, una extraordinaria firmeza de carácter y ciertas CUALIDADES ÉTICAS fueron las que les hicieron ganar la confianza de la clientela y de los trabajadores, y sobre todo una extraordinaria capacidad para el trabajo, incompatible con una vida regalada…  Esos nuevos empresarios no eran especuladores osados y sin escrúpulos o aventureros como hubo siempre, sino hombres educados en la dura escuela de la vida, prudentes y arriesgados a la vez, sobrios y perseverantes, entregados de lleno y con devoción a lo suyo, con concepciones y principios rígidamente burgueses, que crearon un estilo de vida oscuro y retraído pero decisivo para el desarrollo de la economía”.   
     Todo lo que alguna remota vez quizás Díaz Ferrán fue, y que fue sin duda, de todo lo suyo, lo mejor.