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viernes, 15 de junio de 2012

A CR 7 se le está poniendo cara de Salieri



  
    No sé que prodigio resultará más difícil sobre la Tierra obrarse, si  el de ganarle un set, o el de conseguir que Federer sonría. Bueno, al final aquel chavalote del Lanzarote belga lo consiguió. Incluso se abrazaron cordialmente antes de abandonar la cancha. Federer, siendo uno de los tres mejores tenistas de la Historia, nunca me resultó más admirable que el día aquel que como un niño, desbordado de impotencia, lloró y lloró sin poder contenerse delante del mundo entero ante Nadal.
    Deberían quizás ahora a David Goffin presentarle a Cristiano Ronaldo. Mira que atesora el condenado portugués cualidades gimnásticas y futbolísticas a raudales, mira que es él un portento de explosividad y potencia, -son sus trallazos auténticos tomahawks para el rival que sólo él entre todos sabe con esa destreza ejecutar-, mira que a menudo la inspiración técnica y creadora también en su cabeza brilla con magia, mas pareciera que todo lo hace palidecer una suerte de ansiedad cósmica que le impide, con ese desatado yoísmo, por completo ganar sobre la admiración el afecto de quienes no terminan de ser ciegos partidarios suyos.  
   
    Hasta la misma Eurocopa arrastra consigo Cristiano sus más íntimos fantasmas. Cierto que la canallesca se apresta a hurgarle las tripas mismas de su rareza, y cierto también que los públicos rivales le provocan groseros, insultándole con muy dolorosos  términos, pero su maduración ha de pasar por neutralizar y quedar por encima de esos obstáculos, disolviendo un poco su tremendo ego en beneficio del conjunto. Cuando así lo hizo, creo que su juego de conjunto más mejoró aún.
   Por eso, fue amargo ver como ante las críticas trató él antesdeayer de refugiarse, acordándose y  expresamente citando el nombre de su particular bicha, buscando obtener así una pírrica victoria, y sólo sirvió para mostrar más lo enfermizo de su obsesión y el dolor lacerante de su herida. Recordaba un poco a Salieri, si. Mejor, ya digo, cruzar unos raquetazos con David Goffin, olvidarse un momento que eres nada menos que Cristiano Ronaldo. Poder así llegar a ser también, por qué no, el mismo Mozart.


Post/post: gracias a Cesar, a Inmaculada Moreno Hernández, a NVBallesteros, por participar de mi secreto este, por bloggear a mi lado ayer, GRACIAS.
       

jueves, 14 de junio de 2012

La fantástica historia del belga desconocido en Roland Garros


     
    Contra pronóstico el tirillas se plantó en octavos. Hacía muchos años que un principiante no llegaba tan lejos. Venía del infierno de las rondas previas, esas que juegan a deshoras los que son Nadie. Apenas cuatro familiares suyos conocían su nombre, aunque, en esos autohomenajes que gusta de hacerse la Historia, resultó ser este David,  y como tal  debía enfrentarse a todo un Goliath. Nada menos que con Federer el Magno había de vérselas. Estaban además su aspecto aniñado, su torso birrioso, sus brazos fideos, la enclenque fragilidad de su lámina, mayor aún por contraste con la prestancia del apolíneo Roger. Se soplaba el flequillo aún en el peloteo.
   Y sin embargo, aquel joven desconocido se aferró a la pista, arrinconó los nervios y con insólita soltura osó hacerle frente al Mito viviente. Consiguió, con golpes certeros y veloces, la hazaña de anotarse el primer set contra Federer. Se dice eso pronto. Luego perdió, claro, pero vendió muy cara su derrota. Obligó a Federer a gastar tres horas en muy dura contienda. Le hizo pasar por muy serios apuros. Con su acierto y su raro desparpajo –parecían los espectadores asistir gozosos a un prodigio inesperado, el de casi un chavalín ajigolado, que parecía ir a desplomarse tras cada envite, de tú a tú peleando contra el Gigante- consiguió encandilar al público.
   
    Hubo una jugada en el cuarto set (6-4), en la que tras un endiablado intercambio de supersónicas bolas de esquina a esquina, acabó el punto cayendo del lado del joven, después de una súbita dejada suya en verdad monumental. Federer ni pestañeó, pero los quince mil espectadores parecieron volcarse sobre el aspirante con sus vítores. Hervía la pista a golpe de aplausos flamígeros. Entonces, de repente,  aquel mozo, como si hubiera estado esperando ese momento toda su vida, inclinando la cabeza y abriendo lo justo los brazos, ejecutó una caballerosa reverencia de agradecimiento hacia las gradas multitudinarias que elevó el momento hacia ese grado que sólo alcanza lo perfecto, lo memorable. Fue maravilloso.
    ¿Cabía aún, lector, una mayor y mejor coda? Cabía, cabía. Tras la espléndida batalla, en la misma arena, a pesar de la derrota el público continuaba ovacionándole. Le pasaron al chaval el acostumbrado micrófono. Y allí entonces él dijo: “gracias… reconozco que… tengo que ir más al gimnasio… en realidad… me parece estar viviendo un sueño… ¡si tengo las paredes de mi habitación ocupadas por fotografías de Roger!”.  La concurrencia le jaleó conmocionada sus palabras y Federer se sonrió. Nadie es perfecto, desde luego, porque creo yo que lo suyo hubiera sido que entonces Federer le hubiera en ese momento arrebatado el micrófono: “bueno, ahora tendré yo a cambio una pequeñita tuya en la mía”.   
   No sabemos si el chaval llegará o no a ese Olimpo de los elegidos, tan sujeta a tantos avatares como se halla expuesta la humana peripecia. Al menos en la Nada de este blog quedará de él una endeble huella: ¡viva David Goffin!   




Post/post: especialísimas gracias a MTeresa y a Herep, por su ánimo, por su comprensión, por bloggear ayer a mi lado, gracias también especiales a Jesús Nava, por sumarse a cuantos siguen este blog, que es también suyo, GRACIAS.