Verso a verso, en su caso regüeldo a regüeldo, va el homo
gañanis dejando el reguero de su ser bajuno que marca y amplifica sus dominios. Incluso entre los escritores,
sobre todo entre los Escritores, esos que compungidos se jactaban antes de que
a ellos les quedaba la Palabra.
Ah, pues que llega Félix de Azúa
y, en uno de sus días menos felices, para censurar a Ada Colau lo que mejor se le ocurre es dedicarle un penoso agravio
clasista, que acaso mucho a las mujeres pescaderas molestara. Pista que va la
artista, fiera en su defensa allá que acudió Maruja Torres, Supernumeraria de Podemos y ganadora del Premio
Planeta, a con otra mora bien guarra manchar más la anterior y espachurrarle
bien la jeta a Azúa con ella. Maruja, mujer de nuestro tiempo, que
cuenta por ello en Twitter los seguidores por más de cien mil, así en las redes
se despachó:
-Con una amiga, sobre el Académico abochornante, concluimos que, con la
alergia que le tiene al pescado, nunca se habrá comido un buen coño.
Oh,
ingenio, oh, talento, oh, excelencia nunca mejor convocados ni cumplidos. Pues
en pocas horas el soberbio tuit de Maruja
consiguió retuits a porrillo, casi mil, menuda lluvia amarilla en pleno
abril. En esta funesta inversión sobre todo consiste el Reinado de la Mugre, en que son los referentes sociales quienes se
afanan en copietear los modos bajunos de la gañanía, así más ufana y burra que
nunca. Si así se producen los
Escritores Planetarios, qué pedirles luego a los del común. Y va así la
Cultura adecuadamente progresando en nuestros días, sí. Maruja merece ya el Princesa de Asturias, oui.
(Aquí, si lo pinchas, el vídeo con Alfredo Urdaci valorando en su Telediario mi obra: “Son las historias de Armando, un cuarentón al que le ponen la maleta en la puerta de casa y tiene que recorrer de nuevo el camino de lo sentimental. Descubre que es un minusválido del sentimiento, un hombre al que todo le sale mal, un paria del afecto, un hombre patético al que todo le sale al revés. En lo que le pasa hay también una gran carga de ironía y de crítica hacia el mercado de los sentimientos, hasta el punto que uno acaba sintiendo una piedad desternillante por este antihéroe que tiene en estos relatos una voz auténtica. Se van a reír hasta llorar con este libro, llorar de piedad por este hombre perdido, este bobo con ínfulas”. "Disfruté mucho con las Historias. Sigue escribiendo", me dijo Urdaci también.
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