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jueves, 26 de julio de 2018

Sara Carbonero y su compi de la Facul, vidas cruzadas


   


   Así, como viniéndonos a huevo sobre lo que ayer te escribí, como ejemplo viviente y doliente del “Capital Erótico”, un artículo en la prensa digital de una compi de Facultad de la impar Sara Carbonero. Me parece, en fin, un artículo precioso de María Jiménez, que así se llama su autora, tan bonito que lleva ya, con ambas historias bien contrastadas, una hermosa película dentro… que nadie hará, no te preocupes. ¿Justa o injusta esa palmaria desigualdad vital entre Sara Carbonero y María Jiménez, entre tantos y tantos otros/as? Qué sabe nadie ya de nada, a estas alturas de la historia, excepto eso, que la vida nunca es justa, por una parte, y que qué será eso de lo justo o de lo injusto, por otra:
   “Estudié periodismo con Sara Carbonero y hoy comparo mi vida con la suya… Mientras ella es ‘it-girl’, ‘influencer’, empresaria, esposa de Iker Casillas y madre de dos hijos, yo lucho por llegar a fin de mes sin haber conseguido nada de lo anterior. ¿Quién dijo envidia?... Sí, lo confieso. Yo fui testigo del paso de Sara Carbonero por la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid (y ella del mío, aunque no se acuerde, todo sea dicho de paso). Y aunque yo terminé la carrera y ella no, lo cierto es que su vida le ha ido muchísimo mejor que la mía… Aunque quizá no sea envidia y lo que siento sea frustración y enfado conmigo misma. ¿Por qué ella y yo no? ¿Qué paso dio Sara que yo no di o viceversa?... Cierto es que no soy guapa como Sara, ni poseo esa magnética mirada que encandila a la cámara. Tampoco cuido mis redes sociales y no tengo ninguna intención de montar una marca de ropa, pero envidio su éxito. No por el hecho de ser famosa, sino por haber sido capaz de estar a todo. En serio, ¿cómo lo ha hecho para llegar a TODO? Yo estoy agotada y no he hecho ni la mitad de lo que ha conseguido Sara. Cuando miro atrás y repaso mi vida, solo veo saltos de trabajo en trabajo por la maldita crisis, clases de inglés para intentar no quedarme atrás con el maldito (y demandado) bilingüismo, mudanzas en busca de un alquiler asequible, relaciones sentimentales fallidas y auténticos malabarismos para llegar a fin de mes. Es más, a lo largo de mi carrera profesional he escrito más de un artículo sobre Sara y su guardarropa. Ni os imagináis lo que es redactar sobre el estilo de alguien que era una universitaria más a tu lado en clase de Historia del Periodismo Español… Recuerdo un día, esperando para hacer un examen en septiembre, que entró por la puerta con un top básico y un vaquero. Se hizo el silencio en la clase y todos la miramos. A eso me refiero. Yo no dejo sin respiración una clase entera ni ilumino una habitación con mi presencia. Tampoco cubrí un Mundial de Fútbol ni me besó mi novio delante de toda España, tras ganar la Copa del Mundo… Me gustaría saber si todos los que fuimos a clase con Sara nos sentimos de la misma manera. Me encantaría que me contasen qué se les pasó por la cabeza cuando la vieron en ese enorme mural en medio de la Gran Vía en traje de baño. “Yo fui a clase con ella”, dirán alardeando muchos y muchas. Yo, sinceramente, hay veces que me lo callo. Porque no olvidemos que las comparaciones son odiosas.”
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