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domingo, 4 de enero de 2015

Escenografía fría del mensaje navideño de Felipe VI

     



   Si necesitó Antonio López veinte años y un día para rematar en algo a la vez minimalista y enfático, en algo abstruso y difuso, su soberbio Cuadro de los Reyes http://elblogdejoseantoniodelpozo.blogspot.com.es/2014/12/20-anos-despues-que-cuadro.html
, han bastado seis meses a Reyna Letizia (al decir de afamados e informados cronistas reales) para de su mano sobre todo pintarnos el confuso cuadro del Primer Discurso Navideño de Felipe VI.
      
   Veamos: como allí López, ha vaciado aquí Reina Letizia de toda pompa y circunstancia la Figura Real: nada de Oficial Despacho ni de noble mesa distanciadora, ni de histórico lienzo detrás; le voilá al Rey en cuartito de estar y frontal, cercano. Vale, sólo que nos resulta este un cuarto de estar frío -no en vano como se sabe es artificial, y se nota-, no hay calor ahí, ni de hogareña chimenea real, ni de humano y familiar roce. No deja de ser un mensaje oficial del Rey. 
   
   En parte percibimos también un ámbito inconcluso, no cerrado y poco acogedor por el doble cortinaje descorrido, que, si pretende sugerir accesibilidad, transmite asimismo cierta indefensión y vulnerabilidad. El sólo a medias reconocible árbol iluminado a lo lejos no adquiere espesor icónico de confortable fondo. Un sofá en tonos cálidos, sí, pero tan enorme y fantasmal, sin un mínimo objeto-prueba de vida familiar sobre él, que paradójicamente casi incrementa la misma sensación de vacío y frialdad. (Jejé, los lectores de mi libro seguro que entienden el respingo que pegué al ver el rojo sofá). Frialdad que en numerosos planos del Mensaje tornábase gelidez gore por la incomprensible presencia tras la cabeza del Rey del metálico picaporte que vemos, que parecía a veces presto a golpear la testa real y otras a servir de colgadero de la misma. 
    
   Si vaciada la Figura, vaciada también la Ocasión. Obsérvese que tratándose de un Mensaje Navideño del Rey en la misma Nochebuena, la representación simbólica de la misma, en furioso contraste con los Paternos Mensajes, aparece casi liquidada, relegada al rincón menos legible del cuadro y reducida a unas porcelanosas figuritas que más parecen simple recuerdo turístico que otra cosa. Podría, puestos ya a la innovación, haberse modificado el día del mensaje, quizás.
    
   E incomprensiblemente vaciado también el principal símbolo sobre el que descansa la representación Real de la nación: la bandera española. No tras el Rey, señalándole y enmarcándole, sino en los confines del marco de significaciones desplazada, postergada, arrinconada junto al “belén” y a la Foto del Pasado, haciendo lote semiótico con ellos. Impensable escamoteo de la bandera nacional en otro Presidente o Rey de cualquier otro país. ¿En ese olvido ha caído la majestuosa reivindicación que de España Felipe VI en su Discurso de Coronación, sólo seis meses atrás, hiciese? Anótese que, siendo en apariencia minimalista el cuadro, no menos de nueve objetos se interponen entre el Rey y la bandera española.
      
   ¿Y ese singular vaciado que observamos, con qué iconos a cambio rellenado? ¿Qué es lo más resaltado y lo más señalado por aparente mano invisible como lo más próximo sobre la Figura del Rey? Vemos no una, dos fotografías –una con el Rey a solas, otra con las infantas los dos- en las que aparece la Reyna Letizia, vale, …mas, a la derecha del Monarca, en la zona de mayor visibilidad natural del cuadro, en el punto de salida, es decir, del Futuro, del mismo, sobre la hermosa planta natural izado, en solitario ofreciéndose a la visión general… ¡un cuadro de la Reyna Letizia cuando niña!  El extraño retrato infantil de la Reina, entre idealizado y gótico, observa al Rey, y parece desde allí escudriñarlo todo.

     
   Ese impresionante cuadro dentro del cuadro cinematográficamente puede remitirnos tanto a La mujer del cuadro de Fritz Lang –historia de una obsesión- como a la hitchkockiana  Rebeca, pero habla bien a las claras, creo, del desplazamiento real y simbólico que en el meollo del Rey de España puede estarse confirmando. Y la buena gestualidad de Felipe VI diciendo el mensaje, no disipaba del todo el frío del cuadro resultante, no, y un poco nos llenaba de incertidumbre y preocupación.





(Feliz Año nuevo, lector. Vienen ya los Reyes. ¿Regalar a un amigo/a, regalarte, regalarme mi libro? ¿Agradeces el blog? ¿Lo valoras? ¿Merece una pequeña recompensa? Necesito vender algún ejemplar más de mi libro, que es además muy bueno -creo-, para seguir escribiendo. Pídemelo. Precio por correo ordinario: 10 euros. Precio por correo certificado: 15 euros)
  

LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen, análisis y UN CAPÍTULO de la obra en estos enlaces)
UN CAPÍTULO:
154 pgs, formato de 210x150 mm, cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)

martes, 3 de junio de 2014

¿Monarquía o República para España, AHORA ?


   Claro que el Rey de España, símbolo de la unidad y permanencia de la Nación española, debe sajar y atajar del todo cuanta sombra de corrupción pueda también a él y a su Casa alcanzarle. Y por supuesto que debe su actuación resultar ejemplar y útil a los ojos de los ciudadanos. Rex eris si recta facies, si non facies non eris, que decía el clásico que estudiábamos allá en el rancho grande. Que de no ser así, su suerte estará más que echada. Pero tampoco debe ocultársele a nadie, a ninguna persona avisada y responsable, que todo el que deteste el caos para su nación puede ignorar que el establecimiento de una República ahora, dada la cultura política en nuestro país dominante, dada la hondura y la gravedad de las querellas de todo tipo que a nuestra nación asolan, sólo podría ser el principio del dramático precipicio por el que a tumba abierta todos de hoz y coz nos arrojaríamos.
   
   Primero que quién.  Y luego que, pasados tres meses, los unos, los otros, Maroto y el de la moto, más el resto de los hunos, que diría Unamuno, lo habríamos convertido en un inútil pelele. Todos los diques institucionales de autocontención y de una mínima unión, los mínimos lugares de un precario punto de encuentro, estarían ya del todo arrumbados. Sería imposible después –cualquier observador imparcial y templado debería preverlo- volver a tapar esa caja de violencia, con todos los males como locos ya desatados. Que al menos también en este infeliz blog, en el que caben todo y nada, quede escrito.

Más aquestas notas, lector, a pie de post:

-la Abdicación no hace sino aumentar más y más el vértigo socialdemócrata de que ayer hablábamos. Parece evidente que la suerte de Felipe VI, de Leticia Ortiz, de la Monarquía se halla, una vez más, en manos de la decisión del PSOE.

-Es de ver, con lo que el Rey ha alabado siempre a las Fuerzas del Progreso, cómo muchos de ellos se lo pagan, los muy ingratos.

-Será importante, claro, dada la ascendencia que sobre el futuro Rey guarda, la personal actitud y decisión que doña Leticia Ortiz en estos momentos adopte.

-¡Si hasta el propio Carrillo, y con él todo el PCE, alabaron al Rey hasta la extenuación!

-Al mismísimo Señor de ERC no tuvo el Rey reparos en recibirle y soltarle aquello de... hablando se entiende la gente

-Cuánto no ensalzaría pública e insólitamente el Rey a ZP (Hermano Mayor espiritual de los Indignados) que éste vióse obligado a reconocer que es que don Juan Carlos era un rey... ¡muy republicano!

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LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS (Resumen de la obra en post del 27-1-2013 y 1-2-2013)
154 pgs, formato de 210x150 mm, cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor ajosemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)

miércoles, 31 de julio de 2013

Historia del Abuelo chisposo que a Princesa Leticia abochornaba



   Es una escena deliciosa. La cuenta en su libro el primo felón, y si non e vera, como pocas merece ser pero que bien trovata. Ocurrió en Palacio, en el Palacio Real por todo lo alto engalanado, con ocasión de las nupcias que al Príncipe Felipe y a Leticia Ortiz en real matrimonio unieron. Presentes allí, de un lado, las egregias criaturas de todas las dinastías reinantes europeas, incluso de las no reinantes, el Gotha de la rococó Aristocracia universal en tiros largos, esa merdé del abolengo y de la sangre azul envuelta en el frufrú de sus carísimas sedas y afeites, y del otro, el menestral puñado de los Ortiz Rocasolano, qué pasa.
   
   Preocupaba al parecer mucho a Princesa Leticia, delante de tan refinadas y principales presencias, un derrape protocolario de alguno de los suyos, por qué. Con femenina intuición centraba la Princesa su inquietud en el abuelo Paco, taxista de noble profesión -pues no hay título en la vida que más alta dignidad conceda al hombre que el recto y perseverante trabajo-, hombre afable y rumboso, inclinado, eso sí, con ocasión de los ágapes, y de las bebidas espirituosas que a los mismos se asocian, a la naturales expansiones a que la franca bonhomía del pueblo llano y trabajador en esas situaciones propende, sólo que… ¡ante tanta vizcondesa!
  
   Aleccionó Leticia al abuelo. Prometió éste a su nieta, con algo de tristeza asomada ya al noble y entrecano rostro plebeyo, que nada de él debería temer. Encargó además Leticia, que no debía ni así tenerlas todas consigo, a su primo, ese palomino luego traidor, que estrechamente vigilara en el convite al abuelo Paco.
     
   La ropa de estreno, la luz deslumbrante de esas arañas palaciegas, la alegría que todo casamiento disipa, no digamos si se trata el de la propia nieta tan querida, las viandas soberbias e innúmeras del real banquete, la calidad afrutada de los vinos tan variados, la obsequiosidad maliciosa de los camareros reales venga a llenarte la copa, todo eso junto a la altura de los postres hizo inútil el ideal propósito de autodominio en el abuelo Paco. Además, el primo palomino, como en un anticipo de su traición, puede que secretamente regodeándose el muy, rehusó su encomendada misión de celador y dejó al abuelo Paco al pairo de sus efluvios vitivinícolas.
  
   Lo bueno habría de venir al son de la música y con la liberación que el baile procura, cómo no. El abuelo Paco, aflojado ya un punto el corbatón, sólo un poco achispado, lanzóse raudo a la pista de baile. Es fácil imaginarle las trazas berlanguianas, a lo López Vázquez, como un Quique Camoiras desmelenado, natural producto del pueblo trabajador español, las piernas algo arqueadas por tanta patada echada, su frenesí entre aquella pléyade de ociosas y aburridas marquesonas, repintadas como monas de diseño, emperifolladas como rosas de pitiminí y plexiglás.
  
   In vino véritas, se dirá, y la verdad, en viendo todas aquellas ricashembras tan a la mano, puede que al abuelo Paco, es natural también, otros apetitos verdaderos se le encabritaran. Sugiere el primo lechuguino que a cuantas condesas, baronesas y vizcondesas allí lucían título y palmito, a todas el abuelo Paco piropeaba y casi pellizcaba, a todas los tejos con gracejo les lanzaba.
     
   Y asombroso fue que la natural espontaneidad del abuelo Paco a muchas de aquellas marquesonas encantara, y que con su picardía verbenera del bobo amuermamiento las arrancara. Pues foránea princesa una al menos hubo, al decir del primo traidor, que de lo lindo con el abuelo Paco bailoteó, anotando, meticuloso el primo, el libidinoso impulso con que en el lance el abuelo, si con una mano bien contra su cuerpo por donde la espalda termina a la princesa ceñía, por el frente con arrojo le arrimaba la propia yesca a los principescos bajos.
     
   En éstas llegó Princesa Leticia para, con diplomática y televisiva sonrisa en los ojos, al primo por lo bajini susurrarle horrorizada su orden y su enojo, “Tienes que parar esto. Llévate al abuelo a dormir. ¡Ya!”, pues mucho al parecer el despendole que en la pista de baile acontecía a ella abochornaba. Cumplió órdenes el pérfido primo y, mientras el Gran Baile proseguía es fácil también imaginar la pesadumbre y el demudado abatimiento culpable, como de niño castigado en mitad de la fiesta por haber hecho gran trastada, del brazo del primo preso, con que abandonaba cabizbajo el abuelo Paco, con seguridad el más noble ejemplar de todos los allí presentes, las reales estancias en día tan señalado.



LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen de la obra en post del 27-1-2013 y 1-2-2013)
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martes, 28 de febrero de 2012

Proposición Segunda para salvar la Monarquía de Juan Carlos I


      
    Claro que también podría, llegado el caso, y quizás en mejor forma y soltura que su Señor padre, envuelto en el uniforme mismo que luciera con motivo de la gran Ocasión de la Barcelona del 92, estampa que con sólo representárnosla en las mientes tantas espontáneas evocaciones de superación y éxito entre la ciudadanía nos despierta, hacerse Príncipe Felipe ante los Tribunales Baleares presente, movido él desde luego en la más recta intención por Princesa Leticia, que de sobra es conocida entre el vulgo la ascendencia que sobre el heredero de la Corona de España guarda su muy progresista Señora esposa, y después de recriminar con tan cruda aspereza en el mirar al Duque de Palmarena y a la sombra de sus mangancias que palabras ya no hicieran falta,  a continuación, igual que en la gran Ocasión barcelonesa, ya digo, espléndida la sonrisa luminosa,  abanderado ahora de la Justicia, descubrirse del blanco sombrero de panamá y con el mismo en alto saludar a la concurrencia y después él mismo de su propio monedero aflojar y subvenir la cuenta de los desfalcos palmarenos, con los réditos de la mora acrecentados, claro, y aquí paz y después gloria, gloria y glorioso exiemplo para tantos corrutos cagarrutos como abundan sobre la faz de estos desdichados Reynos.
    
   Pues ha de saber, Príncipe Felipe, símbolo hecho carne en un mañana de la permanencia y unidad de la Nación española, pues así lo dice nuestra Ley de leyes, que es costumbre entre los españoles más humildes socorrerse los unos a los otros, sobre todo cuando laten por medio los hondos lazos y afectos que siguen al vínculo del parentesco. Y si mil veces se ha dicho que, en tiempos de pobreza acuciante como los que ahora nos afligen, es precisamente la Familia la más noble y notable institución que precisamente permite el sobrellevarla y suavizar la espuela de su rigor, y así a diario demuestran con los hechos los comunes ciudadanos en cuánto el valor de la familia estiman, no se comprendería entonces que entre la Principal Familia española no se cumpliera esa sagrada solidaridad entre HERMANOS, ejemplo que de moral cívica en esta crucial ocasión haría rebosar el alma alicaída de los españoles. Sea entonces, Señor.   

Post/post: reconocerás, lector, que la inacabable serpiente de una única frase como la que desenvuelve este primer párrafo, para bien o para mal, no está al alcance de cualquier escritor a la moda y su inusual envergadura y tostón por si mismos explican, además del mérito respiratorio y espiritual que a ti que me soportas te alcanza, el completo horror de cuanto editor se acerque a ella, a mayor gloria de mi fracaso, claro, en el que sólo mando yo, o sea, como tú y yo  sabemos, Nadie. Que no nos pase ná, fiel amigo.